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Cosquín Rock: un recorrido posible

fotos: Ana Sued

¿Cuánto rock en sangre se recomienda tener para descubrir un Cosquín Rock? ¿Cómo se mide? ¿Qué pesa más, conocer la trayectoria de cada artista o conocer la historia del festival construida en 24 años? Tercera vía: Tener todo por descubrir.

Antenota número 1:
“No voy a pasarme los dos días caminando y caminando para tratar de ver todo”

Día 1:

INGRESO

Comenzó un nuevo Cosquín Rock y la gente entra entusiasmada al predio del Aeroclub de Santa María de Punilla con su pulserita en alto para agilizar los controles. Este año la organización difundió la realización de estudios de impacto ambiental (cuyos resultados se darán a conocer en unos días más) subrayando el esfuerzo por lograr que un evento tan masivo pueda, a su vez, ser amable con el entorno serrano. Por lo pronto, es bastante amable con el entorno social ya que genera un movimiento económico enorme para las vecinas y vecinos de la localidad. No tan amable, sin embargo, resultó la atención de todo el público general que, habiendo pagado el costo total de la entrada, pasó al menos dos horas de fila para canjearla por su pulsera de ingreso. Otra de las novedades de esta edición fue la incorporación de una billetera virtual con pre carga resumida en una pulserita con código QR. Aspecto positivo: adentro del predio se simplificaba la atención de los puestos gastronómicos y el público general podía ingresar con menos pertenencias que cuidar. Aspecto negativo: en tiempos de incertidumbre económica fueron demasiados los asistentes que no sabían qué monto poner como precarga porque no tenían información de los precios.

ESCENARIOS

Seis escenarios con propuestas en simultáneo. En cada uno, una programación ajustadísima que sólo tomaba quince minutos entre banda y banda para acomodar equipos y sonido. Prioridades del día 1: Divididos, La Delio Valdés, Nafta y Dillom que, en simultáneo con Divididos ya planteaba el primer dilema. 

Con ese combo ya tendríamos un panorama de música con incorporación de géneros en el festival, la vigencia de los consagrados y las nuevas generaciones.  Junto con estos, un poco de intuición, algunas buenas referencias y algo de suerte sumaron al recorrido hallazgos como Silvestre y la naranja, Natalie Pérez, Sabor Canela, 1915, Melanie Williams y el cabloide, y Miau Trío. Cada actuación de las bandas permite jugar a anticipar cómo evolucionará la grilla en el próximo Cosquín Rock. ¿Qué juega más fuerte? Un horario central, nocturno, en escenarios intermedios o pasar a un escenario más grande en el comienzo de la grilla, al rayo del sol? Está claro que los cuatro escenarios principales cuentan con todos los recursos técnicos para que nada pase fuera de lo previsto. En este sentido, 1915, la banda liderada por Cruz Hunkeler, desplegó todo su potencial en el escenario Boomerang, dedicado a artistas emergentes, pese a las dificultades de sonido que tuvieron desde el arranque, en horario central y con su público fiel.

La legendaria Casita del Blues representó en esta edición ese lugar en el que en algún momento te detenías a bajar unos cambios sin salir nunca del todo. Allí, entre una enorme grilla de artistas del jazz, bluseros y más, se destacaron el día 1 las Miau Trío con su swing femenino también a pesar de un equipo de sonido con algunas fallas y dónde, inevitable, surgió la polémica pregunta acerca de la ley de cupo femenino en festivales que Palazzo sigue desoyendo.

Día 2:

INGRESO: 

El segundo día nos dio la libertad de saber cómo venía la mano y entrarle a la jornada con más confianza. Excepto la novedad de un aguacero al mediodía que amenazó con complicar toda la jornada. Por suerte, llovió, paró y salió el sol. Y el barro quedó solo para la superficie central del predio: entre el puntilloso diseño de la organización estuvieron los pisos plásticos dispuestos para el público frente a los escenarios principales que sumaron comodidad para el pogo.

ESCENARIOS:

La segunda jornada del festival concentraba en la grilla a la nueva camada de artistas urbanos que años atrás abrió la polémica sobre el rock y los nuevos géneros que ya tomaron el espacio que les corresponde. Así, en el día 2, la presentación de Milo J, Ysy A, Neo Pistea y, en horario central, el más convocante de ellos, Duki, generaron una convocatoria de público más joven y numeroso, en general. De todas maneras, la extensa grilla de la jornada se completó con clásicos rockeros del Cosquín como Las Pelotas, Ciro y los Persas y un cierre épico con la presentación de los mexicanos de Molotov en simultáneo con… ¡Damas Gratis!

Las notas fuertes de la tarde, de la escena pop rock en ascenso, sin dudas, se vieron por el Escenario Montaña (el tercero en importancia) con las presentaciones de El Kuelgue y Usted Señálemelo.

Antenota número 2:
“¿Vemos lo que más nos gusta o tratamos de descubrir algo nuevo?”

La crónica de este recorrido busca ser fiel a la experiencia. La grilla de artistas es realmente extensa e imposible de abarcar. Si bien los festivales proponen actuaciones más breves de lo que cada banda tiene para mostrar, la grilla del Cosquín Rock genera espacios que permiten sumergirse en cada presentación. Como en un recorrido de la serie de libros Elige tu propia aventura, cada uno de los 100 mil asistentes se irá con una historia distinta.  Al final de la jornada, la adrenalina empieza a bajar y la sensación que queda es de una gran satisfacción. Un efecto que, sospechamos, aguanta un año hasta la edición siguiente.

Antenota número 3:
“¿Qué tan rockero sigue siendo el rock?”

Es la pregunta que mantienen las generaciones más nostálgicas. Aquellas que en su juventud seguían cada semana la cultura rock argentina en conciertos de distintas convocatorias. El Cosquín Rock 2024 sigue siendo un evento masivo a pesar de las restricciones económicas. Y a pesar de una mística perfectamente modelizada es un hecho cultural a la medida de la industria actual. Y a eso se suma la experiencia de festival, no una noche, no dos, todo un fin de semana donde argentinas y argentinos reunidos en una localidad de las sierras de Córdoba participan en el pogo más “extenso” del mundo. Y una galería de artistas que cuentan con la vidriera del festival para decir lo suyo. De hecho, en este año de recambio de gobierno, el itinerario de esta crónica también apuntó algunas de las manifestaciones de rechazo a las políticas de ajuste del gobierno de Milei. La Delio Valdez cantó “hay gente motosierra, gente que no”, el público de Divididos arengaba, “el que no salta votó a Milei”, Dillom, en su versión de Sr. Cobranza, llamó a colgar a Caputo en la plaza, el Kuelgue, invitó a su público a “sacar el mono” y a Córdoba, especialmente, a “sacar el gorila”, Lali dedicó una canción “a los antipatria” y los legendarios Molotov  también se involucraron en el rechazo a Milei con la consigna “la patria no se vende”.

Dentro de la experiencia Cosquín entran todas las aristas posibles. Las repercusiones políticas que surgieron en medio de la polémica con Milei y su ataque a Lali Espósito y el productor José Palazzo que se sumó al debate público reivindicando el volumen de la producción del festival y los puestos de trabajo que generan.  En ese sentido, algo más para agregar a esta crónica es comentar el nivel de producción, diseño y despliegue tecnológico presente en el festival. La impresión es que dentro de todo el recorrido, cada banda tenía su imagen y sonoridad propia pero no sólo contada desde sus protagonistas sino también desde lo que el mismo festival eligió decir de ellos. Todo un concepto artístico hilvanando la grilla del festival. Cosquín Rock no parece sólo esa suma apabullante de artistas sino más bien una experiencia diseñada como caleidoscopio donde todas las combinaciones son posibles.

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